Antaño la Iglesia prohibia comer carne en Cuaresma, salvo a quienes pagaban religiosamente la Bula (nunca mejor dicho). Pero sobre el beber no decía nada. Y en la Sierra Norte de Guadalajara esta distinción tenía su importancia.
En Cuaresma se bebía como de costumbre, como cuando apretaba el frío, pero se comía menos y se ayunaba más (el que podía; en algunas casas la penitencia duraba todo el año). El alcohol hacía efecto antes, a pesar de que el vino, blanco y tinto, eran de baja graduación (7-8º). Lo que provocaba más trifulcas de lo habitual.
El vino tiene una larga tradición en la Sierra desde la Edad Media; hasta los monjes de Bonaval lo incluían en su dieta. Y cuando la economía no lo permitía, se acudía al revino y a la bebida, derivados del vino que conservaban un tenue sabor y olor al preciado líquido.
Pero no eran las únicas bebidas. Del vino de nueces, aunque se hacía en verano, se solia guardar alguna botella para Cuaresma. En algunos lugares se hacía hidromiel, pero de forma residual. Había alambiques para obtener aguardientes y licores (de cerezas, de guindas, …) El inventario de 1.510 del Monasterio de Bonaval registra la existencia de 2 alambiques.
Pero de estas bebidas y de su elaboración artesanal solo quedan recuerdos: todos desaparecieron con la despoblación de los 60´s. Menos mal que nos quedan los vinos de altura y algún vecino que no renuncia a su propio vino. Le animamos a compartirlo con este bloguero. ¡Salud!
Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara.