Ya el camino para llegar a este recóndito lugar, la ruta verde, en si mismo es una gozada. La estación de aforo del Corcovado, una obra de ingeniería admirable (obsérvese la marca de los barrenos en la caliza), está situada sobre el cañón salvaje del arroyo Valhondo.
Para este guardián etéreo, su gran atractivo es las vistas desde el puente. De un lado el cañón, salvaje y agreste; del otro la presa de El Vado, el Jarama y la estación aéreo-terrestre por la que traían las rocas de la cantera de Tamajón.
Cierto que la cascada no fluye en verano, pero esto no le resta belleza. Miren las imágenes y ya me cuentan.
Lar-ami