Si el lenguaje identifica a un pueblo, la Celtiberia aprobaría con nota, ya que tuvo su propia lengua, de origen indoeuropeo (como el galo, el latín) y perteneciente a la familia celta (como el irlandés, el galés, el bretón, etc.). De esta lengua celtibérica se han encontrado inscripciones en Zaragoza, Teruel, Soria y Guadalajara, (incluidas en la actual Celtiberia), datadas entre los siglos II a.C. y I d.C. Las hay en monedas, bronces, estelas funerarias, santuarios rupestres,… siendo las más interesantes las téseras de hospitalidad.

Los expertos afirman que se utilizaron dos sistemas de escritura: el ibérico y el latino. Los celtibéricos simplificaron la escritura ibérica eliminando dos signos (uno nasal y otro vibrante), dejando reducido el alfabeto a 26. Se ha constatado que hubo dos adaptaciones, diferentes e independientes, según la zona (oriental y occidental); la oriental fue la más extendida y muy utilizada en monedas.

Este guardián etéreo solo puede añadir que los sonidos de esta lengua serían muy diferentes a los que oímos habitualmente. Esto lo saben muy bien los lingüistas del grupo Hesperia de la Universidad Complutense. Nuestro agradecimiento por su contribución a reafirmar nuestra identidad.

Lar-ami