Las celosías son un elemento fundamental del arte hispano musulmán. Surgieron para instalar en las ventanas de las viviendas, con un doble objetivo: dejar pasar la luz y que las mujeres observaran el exterior sin ser observadas.

Poco después, estos dibujos geométricos pasaron al estuco como elementos de decoración imprescindibles en palacios y mezquitas. De ahí lo tomó el arte mudéjar y el gótico tardío para enriquecerlo, como en el palacio de los Duques de Medinaceli en Cogolludo.

Pero a pesar de su belleza, nos gustan más las celosías al natural. En otoño, antes de la llegada del frío y de las heladas, las gotas de rocío se agrupan en torno a plantas y ramas formando una especie de red en las que resultan visibles a diferente tamaño y transparentes. Como si de una celosía se tratara. Un fenómeno físico que genera imágenes tan espectaculares como estas.

Lar-ami