Este febrero, seco y frío, está teniendo efectos perversos en La Ribera. De un lado destroza los sembrados de cereales, retrasa la poda de olivos y frutales, la tierra rehuye arado y abonos, … Pero no todo es malo.
El frío glaciar de la noche permite una visión diáfana de las estrellas, sin ruidos que nos distraigan (los animales también se protegen de las heladas; hemos bajado de -10º alguna madrugada).
El día resulta agradable en las horas centrales, con una gran luminosidad que resalta los contrastes del paisaje.
El atardecer ofrece imágenes tan bellas como estas de los alrededores de Puebla de Valles.
Lar-ami