La belleza de El Vado


El Vado es en sí un paraje bello, donde el Jarama se abre en dos y más tarde se encañona para irse en busca de la vega de Bonaval. Rodeados de pinos y chopos, con el Ocejón y la iglesia de Santa María del Vado en el fondo norte, el paisaje transmite paz.

Pero al observador que visita El Vado por primera vez le sorprende la existencia de dos muros, separados por un túnel en curva (una curiosidad más), que parecen de épocas diferentes.

La realidad es que se construyeron en los años cincuenta, si bien la falsa se inició cuando se bramaba “por el imperio hacia Dios” y el muro oriental años después, en plena fiebre de pantanos (el NO-DO abría cada semana con la inauguración de una presa por el Generalísimo).

La falsa presa contiene elementos de gran belleza que le dan un aspecto peculiar:  los dragones, la galería porticada superior de ladrillo y ventanales, los sillares contrapeados de las esquinas, las barandillas construidas de ladrillo y revocadas,  las antorchas imperiales, los monolitos del puente esculpidos en caliza (incluido el dedicado al Arcipreste de Hita escrito en castellano antiguo), ….

Lar-ami


4 respuestas a “La belleza de El Vado”

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