Si la Sierra Norte de Guadalajara es puro contrastes de paisajes y de color, los amaneceres de otoño le añaden un plus: los contrastes de luces y sombras. El caminante lo siente en sus carnes, por los cambios de temperatura.
Cuando la brisa sopla en la umbría del valle, el frío cala la gorra y enrojece las orejas; pero si lo ilumina el sol, la primera capa de abrigo ya sobra. No te separes de ella, porque al siguiente recodo la necesitarás. Las sensaciones de frío y calor se alternan.
La belleza del paisaje obliga a detenerse y es entonces cuando estas sensaciones se agudizan. Si no vas con cuidado, además de bonitas imágenes te traerás un hermoso catarro… como nos ha pasado a alguno. El que avisa no es traidor.
Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara.