Eulalia Castellote y Marina Alba explican con detalle en su libro “Arquitectura Negra de Guadalajara” otras construcciones singulares que cubrían necesidades básicas de los vecinos, y que han llegado hasta nosotros.
Las viviendas típicas eran compartidas por el ganado (bovino y caballerías) para aprovechar el calor corporal de los animales. Pero el ganado de pelo (cabras y ovejas) se guardaba en otros lugares, ya que tenían parásitos dañinos para el ser humano. Son los corrales y tinadas (llamados casillos en algunos lugares), quizás los que menos cambios han sufrido y mejor se conservan.
Son similares a las viviendas en fachada, pero sin chimenea ni ventanas. De pequeñas proporciones y escasos de altura (1,60-1,80 mts en la cornisa, no se necesitaba más) con muros de pizarra/cuarcita y tejado de lajas. En algunos lugares (El Espinar) se complementaba con almacen de aperos, gallinero y huerta. En otros (Palancares) eran de mayor altura, con sobrado para guardar la paja.
Aún se conservan edificios comunales y singulares: lavaderos (Espinar, Campillo, …), hornos (Majaelrayo y Arroyo de Fraguas), fraguas y molinos (Valverde), además de fuentes, eras, puentes, calles y plazas enlosadas, campos de bolos (Roblelacasa), … que maravillan al visitante.
Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara.