De sillajero y origen musulmán, entre los siglos IX y XI el castillo cambió de manos varias veces: Alfonso II, Sancho Carcía, Almanzor, Alfonso VI, … El Cid lo bautizó como “Peña mui fuert” según su Cantar. En el siglo XV la conquistaron los navarros y la recuperó para Castilla D. Alvaro de Luna, tras una cruenta batalla que destruyó villa y castillo.
A partir de estos hechos, perdió su valor como fortaleza y tuvo varios usos: cárcel para nobles discolos, alojamiento del rey Felipe V, … Fue saqueado por los franceses en la Guerra de Independencia y sufrió la guerra (in)civil, acelerando su deterioro hasta su estado actual. Conserva una bella estampa sobre la peña que domina la villa, que la iluminación nocturna realza.
El castillo tenia 4 plantas y dos murallas. La interior protegía la piedra sobre la que se levanta la torre (aquí estaba la alcazaba árabe) y el recinto interior; solo queda en pie un tramo. La exterior protegía el patio de armas e iba desde la Torre del homenaje, de un piso con chimenea y terraza, hasta las torres de la entrada de las que solo quedan las bases.
De aqui arrancaban las murallas de la villa, construidas por Alfonso VI (de las que se conservan las puertas de La Nevera, Arrebatacapas y de la Guerra, los arcos de la Virgen y la Escuela Vieja) que fue ampliada con una segunda muralla por Alfonso VII (puertas de Antequera y de la Salida).
El recinto interior mide 130 mts x 30 mts x 12 mts de alto; la entrada era un arco con torre cuadrada a cada lado. Dos aljibes para recoger agua de lluvia y dos escaleras empotradas en los muros completaban el conjunto; la entrada era la ventana sobre la puerta. Unos túneles, hoy tapados, comunicaban el castillo con las iglesias de Santa Maria del Rey, la Trinidad y San Salvador.
Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara.