Matillas, la nueva y la vieja


Hablando con propiedad deberíamos hablar de Matillas (la vieja) y de La Estación (la nueva). Empecemos por la original: situado en el valle del Henares, junto a la calzada romana hacia Zaragoza, fue fundado y bautizado en la repoblacion de los siglos XII-XIII, otorgándole tal nombre por la vegetación existente. Se integró en el Común de las Tierras de Atienza hasta el siglo XIV, cuando pasó al Señorio de Jadraque. Sus gentes vivían del cereal (trigo, cebada y centeno) y de las ovejas.

En este término, debido a su ubicación, se libraron importantes batallas en la Guerra de Sucesión (siglo XVIII), Carlistas (XIX) y Guerra (In)Civil (1.936-39) que dejaron su rastro. Cuando en 1.904 se pusieron en marcha las canteras, llegaron la industria y el ferrocarril que provocaron la ruina del pueblo viejo y el nacimiento de uno nuevo, al lado de fábrica y estación (La Estación).

Durante 80 años se generó una potente actividad económica que atrajo a los vecinos al pueblo nuevo mientras abandonaban el viejo Matillas (los últimos habitantes lo dejaron en 1.965), al que cedió nombre, costumbres y fiestas. Al cerrar la fábrica en los 80, canteras, estación y pueblo entraron en declive. Sus 160 habitantes ofrecen servicios de bar, restaurante y alojamiento. Por aquí pasan el camino del Cid y la ruta de la lana.

Matillas la Vieja, situado en un alto a 1, 5 kms del pueblo actual, se componía de 14 viviendas, plaza, iglesia, bodegas excavadas en la tierra y corrales (hoy solo queda en pie el ábside de la iglesia y la torre). La subida al pueblo y un paseo por sur calles derruidas es un ejercicio de nostalgia, no exento de belleza. Desde aquí bonitas vistas sobre el valle del Henares.


Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara.


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