Lavaderos de la Sierra Norte


El lavadero en los pueblos de la Sierra Norte de Guadalajara era lugar de encuentro de mozas y casadas, vedado a los hombres. Allí se compartían noticias, chanzas y se estrechaban relaciones. Las mujeres procuraban ir cuando lo hacían sus amigas, o elegían el día propicio para averiguar aquello que les interesaba.

Trabajaban muy duro: entre bajar la ropa sucia, lavar con agua fría, restregarla sobre la piedra, tenderla a secar y subirla a casa, se les iba el día. Llevaban de casa jabón, cenizas (para quitar la grasa) y el barreño para calentar el agua y donde sumergían las manos para combatir el frío.  El jabon se hacía con los recortes de grasas, sebo y cortezas. Se ponían en un barreño al fuego, removiendo sin cesar hasta que todo se volvía liquido. Luego se añadía sosa caústica y se continuaba removiendo hasta que la mezcla era homogénea. Se dejaba enfriar y, ya solidificada, se troceaba.

A veces el lavadero era el río (Puebla de Valles, Beleña de Sorbe, …) y/o el arroyo próximo; otras había un lavadero comunal cerca de la fuente (el de El Espinar, de pizarra). En Roblelacasa eran lavaderos individuales de pizarra; cada uno tiene 2-3 cubetas comunicadas entre sí. En algunos lugares (Almiruete, Tortuero) se desvió el arroyo por el casco urbano, canalizado, para que sirviera de lavadero.

Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios.

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