En estos primeros días de mayo y a resultas de esta primavera (como las de antes), en la Sierra Norte de Guadalajara se producen fenómenos a los que ya no estábamos acostumbrados, algunos dañinos para los campos (granizo y heladas) y otros maravillosos. Son auténticos regalos para los sentidos.
Como la visibilidad de la evaporación del agua tras una fuerte tormenta en un día cálido. Ese arco-iris completo que se mantiene una hora en el horizonte. O la hilada de calizas, sillares casi perfectos, que la erosión ha desprendido de la ladera. Los matices del verde que le otorgan a la vega del Jarama trigo, nogales, olivos, robles y jaras conviviendo en la misma besana.
Ese arbusto del jardín japonés, que aguanta las embestidas de las aguas embravecidas del río, o el paso majestuoso del Jarama, presumiendo de caudal (como antes).
Regalos de la naturaleza, a los que sumamos la recogida de espárragos trigueros, sarceros, mocosos, capirotes, colmenillas, cardillos, collejas, berros, … manjares de dioses que disfrutamos serranos y visitantes. Por todo ello la primavera en Puebla de Valles está resultando maravillosa.
Lar-ami