De robles y encinas


En la distancia resulta difícil distinguir entre encinas y robles... sobre todo porque tienen forma (incluso si han sido podados), altura y fruto parecidos. En la Sierra Norte de Guadalajara, ambos crecen en el mismo entorno y aparecen agrupados de la misma manera:

  • En hilera, como linde entre dos besanas. A veces bajo sus ramas se sitúa un chozo de pastores.
  • Aislados en mitad del matorral y/o de una raña
  • En pequeños bosques y/o en laderas

Si hacemos caso a La Botánica, las diferencias son muchas. Para los profanos (como es mi caso) no es tan sencillo. Por eso, en mi ignorancia, me atrevo a dar algunos rasgos distintivos:

  • En otoño el roble amarillea mientras la encina permanece verde
  • El roble es de hoja caduca y la encina de hoja perenne. En invierno el roble se desnuda hasta la primavera cuando los brotes le dan un color verde claro.

Pero la diferencia definitiva estriba en la bellota: amarga en el roble y deliciosa, además de dulce, en la encina. Tan nutritiva que los legionarios romanos la comían durante sus largas marchas (las legiones de César recorrían hasta 40 kms al día). Si aún no la has probado, no sabes lo que te pierdes.

Lar-ami


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *