En dirección al pueblo de Hijes y a unos 50 mts de la margen izquierda del arroyo Pajares está la Cueva de Mingolarrio, situada en un alto rocoso. Tiene dos entradas que en origen debió ser solo una; la erosión y el paso del tiempo han derruido la estrecha pared exterior. En su interior huellas de pico y huecos para colocar candiles.
En la misma pared, 3 metros más abajo, una tumba excavada en la roca. La puerta mide 80 x 100 cms; en la jamba hay unas guías (de arriba abajo, de unos 6 cms de ancho) para encajar una losa como cierre de la tumba. En el interior una fosa con la forma del cuerpo. Un bello ejemplo del habitat de un eremita en la Alta Edad Media.
A la cueva del Tío Gorillos se accede por una pequeña escalera, hoy de cemento pero en origen tallada en la roca. Situada en el camino de Albendiego, es la más próxima a Ujados y un bello ejemplo de eremitorio y espacio funerario de la Sierra Norte de Guadalajara. El interior está dividido en dos espacios; en el principal, de buen tamaño, hay tres sepulturas excavadas en la pared.
Desde aquí se accede por una puerta con arco de medio punto a otro pequeño espacio cuadrangular, sin nada reseñable. Pudo ser usado como capilla para reliquias, celda, oratorio o espacio funerario individualizado. El conjunto es una catacumba que responde a la religiosidad y liturgia hispano-visigoda, asociado a las élites locales. Se trata de un eremitorio singular, por los enterramientos laterales, de los que apenas existen en en el país. De ahí su importancia.
El proceso de “repoblación posterior a la Reconquista” conllevó una reorganización litúrgica y de población del territorio para incorporarlo al reino de Castilla. Es probable que los monjes que habitaban estas cuevas dispersas fueran organizados en torno al monasterio agustino de Albendiego, en un proceso similar al sufrido en San Millán de la Cogolla.
Lar-ami