Los pueblos de la Sierra Norte empezaron a tener servicio médico en el siglo XIX. Desde antiguo la gente buscaba y encontraba remedio en las plantas, de su municipio y/o de tierras cercanas. El Estudio Etnobotánico de la Sierra del Altorey, de Carolina Lozano y Jerónimo Pérez, incluye estas:
- Sanguinaria (Paronychia argentea): perenne y de color rojizo, crece pegada a suelos calizos y arenosos. Florece en primavera, cuando se recoge la planta entera; una vez secas y en infusión son un buen remedio para el dolor de garganta.
- Romaza (Rumex pulcher): comestible; machacada y como cataplasma cura heridas infectadas
- Malva (Malva sylvestris): los vahos de su flor (cocida) cura los catarros.
- Jara pringosa (Cistus ladanifer): el caldo de sus flores cocidas cura los eczemas; el de sus hojas asienta el estómago.
- Gayuba (Arctostaphylos uva-ursi): su hoja cocida está indicada para las infecciones renales. Sus hojas se exportan al Levante y de ellas se extrae una aceite medicinal muy apreciado.
- Vasos, jaboneras (Umbilicus rupestris): sus hojas, a las que se les quita una fina capa del envés, se cura heridas infectadas y verrugas aplicándolas como cataplasma durante unos dias.
- Espino, espino blanco, majuelo (Crataegus monogyna): una infusión con sus flores produce efectos similares a la tila.
- Rosal, escaramujo, carambujo (Rosa canina): sus frutos se tomaban contra lombrices y diarreas.
- Ruda (Ruta graveolens): calma el dolor de articulaciones y rebaja la inflamación. Seca, se fríe con aceite y la masa se aplica como cataplasma.
Lar-ami