Poco sabemos de estas minas, y eso que hubo años (1.890-91) que generaron más de 1.200 quintales de mineral de plata. Un excelente, y poco conocido, trabajo de César Menor, Luis Jordá y Alfonso Gutiérrez, publicado en la revista De Re Metallica en diciembre de 2.005, aporta información muy valiosa sobre su historia y evolución.
Las minas están situadas a orillas del río Cañamares; el mineral argentífero principal era la blenda. Los primeros indicios son del siglo XV, si bien se hicieron prospecciones en siglos siguientes, sin éxito, quedando olvidado el asunto hasta 1.840. Tuvo una primera época de prosperidad hasta 1.855, seguido de un declive que duró 30 años, y un segundo periodo exitoso desde 1.884 a 1.916, tras el cual entró en decadencia hasta su cierre definitivo en 1.925.
Al principio había numerosas catas y minas pequeñas al suroeste del pueblo de La Bodera. Cuando comenzó el desarrollo de la minería en Hiendelaencina (1.844), aumentaron las prospecciones siguiendo la dirección de los filones. En los escarpados del río Cañamares aparecieron afloramientos de barita, lo que dio lugar a una época de intensos y anárquicos trabajos en la zona.
La mina “San Faustino” explotaba un pequeño filón de barita, con galena, blenda, pirita y “plata agria”. La mina “Santa Bárbara” explotaba galena argentífera de una riqueza estimable, “5 o 6 onzas por quintal de mineral”, siendo la más productiva. Además de estas minas y de “Tirolesa” (la menos rentable de las tres), existían abundantes pocillos y catas de exploración (calicatas), con profusión de registros y denuncias.
Con numerosos conflictos, se dispersaron inversiones y esfuerzos en las explotaciones, lo que condujo inevitablemente a su abandono. La sociedad “Veragua” controlaba en 1852 la explotación de “Tirolesa” y “San Faustino”, que entraron en dificultades por la estrechez de la boca y las crecidas del río. Se requerían grandes inversiones, que no se hicieron, y acabaron cerrando en 1.855, coincidiendo con la decadencia de Hiendelaencina.
Lar-ami