Los que vienen por primera vez a los pueblos dorados dicen que ”les recuerdan a los pueblos negros”. Lo cual es cierto por estructura y apariencia, aunque hay diferencias importantes, empezando por su ubicación; están situados en la falda y el entorno de la Sierra del Altorey.

Los pueblos (edificios, calles, iglesias, fuentes,…) están construidos con una piedra metamórfica con alto contenido de mica (gneis), característica de esta parte de la Sierra Norte. Cuando recibe los rayos del sol adquiere un tono dorado al reflejarlos y brilla, de ahí su nombre. Se utilizaba la pizarra para los tejados (a veces combinada con teja árabe).

Las casas tradicionales son bajas, con puertas y ventanas de pequeño tamaño para conservar el calor en invierno y evitarlo en verano. A la puerta de entrada le antecede un pequeño porche con poyete, frente al cual estaba situada la leñera. El interior, con suelo de ladrillo cocido y tabiques de adobe reforzado con madera.

Aquí el románico adquiere una belleza muy especial, realzada por el dorado de sus muros; las iglesias de Bustares (siglo XIII) y Gascueña de Bornova son una buena muestra. El casco urbano de Las Navas de Jadraque, bien conservado y con las calles empedradas. Destacan las casas tradicionales, la escuela y el lavadero, formando un conjunto dorado muy armonioso. Villares de Jadraque, El Ordial, Aldeanueva de Atienza, Arroyo de Fraguas y Prádena de Atienza son otros pueblos dorados. Una rica gastronomía, fiestas ancestrales y tradiciones conforman una comarca que bien merece una visita.

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