Las tierras de Puebla de Valles (y de pueblos vecinos) se formaron en la Era Cuaternaria. Durante el Pleistoceno (que duró 1,6 Millones de años), se encajonaron barrancos y se rellenaron con detritus generados por los cambios climáticos (hielo-deshielo). Así surgieron las terrazas fluviales y las cárcavas.
El proceso culminó hace 10.000 años (Holoceno), aunque la acción continua del hombre y la erosión han conformado estas espectaculares cárcavas y el paisaje (cambiante) que conocemos hoy. ¿Cómo?
Los efectos de labores agrícolas, el viento, la lluvia y la nieve son muy visibles: arena y/o tierra fina en el fondo, riadas de detritus que colmatan represas en cinco años, columnas, dientes de sierra y filigranas en sus crestas,… Pero su aspecto se debe fundamentalmente a los cambios de temperatura día-noche, que superan los 20º con frecuencia.
El agua procedente de la lluvia y/o de la humedad ambiente penetra en las fisuras de la arcilla; al congelarse actúa como cuña y produce grandes bloques que se desploman (esta técnica ya la usaban los egipcios para sus obeliscos). El grado de pureza de la arcilla dicta la forma y aspecto del trozo desgajado.
Y te lo cuento para que, cuando observes una cárcava, valores el esfuerzo (tiempo) de la naturaleza para crearla y su fragilidad. Forma parte del patrimonio de nuestros descendientes y por ello nuestra misión es protegerla. La Sierra Norte debe seguir siendo un paraíso al alcance de todos.
Lar-ami