Hace un tiempo me acusaba de ser responsable de invitar a todos a que viniesen a la Sierra Norte. Lamentaba no haber divulgado lo suficiente las reglas básicas de respeto al medio natural y haber generado molestias a mis vecinos por el comportamiento de algunos visitantes.
Durante el último año se han incrementado las actuaciones de vándalos que han sembrado de basura rincones emblemáticos, a pesar de prohibiciones y recomendaciones en carteles. Hemos vivido su prepotencia, conduciendo como si de un rally se tratara, y expulsando a los vecinos de sus lugares de siempre.
¡Me avergüenza no haber intuido esta situación! No imaginé nunca que miembros de una sociedad del siglo XXI, que se llama asimismo civilizada, fueran capaces de semejantes atropellos. ¿Civilizados?
En mi defensa debo decir que esta gente nunca fue invitada y nunca fue bienvenida a la Sierra; es más, pedimos que se olviden de ella. Porque son un peligro para la convivencia de serranos y visitantes.
La solución no debiera ser prohibir el acceso a estos lugares o establecer pago por la entrada. Ni mucho menos la represión con multas y/o cárcel, como ocurre en países africanos. Bastaría con que el visitante muestre respeto por el entorno y por si mismo; esto se aprende y no solo en la escuela. Suiza y los países nórdicos sirven de ejemplo.
Lar-ami