Que la repoblación de los montes adehesados de La Ribera respetó la arboleda existente es conocido; eso explica que encontremos robles, higueras, olivos, … rodeados de pinos.
La existencia de acacias, cipreses, eucaliptos, … en los pinares se justifica por la voluntad de los repobladores que quisieron dejar huella.
Pero hasta ahora no habíamos encontrado frutales en lugares aislados, junto a las pistas que atraviesan pinares y montes. Así en el camino a La Vereda encontramos ciruelos, cerezos, manzanos, y nogales. En la pista del Espanto, cerezos.
Parecería que se deba a la casualidad: un caminante despistado que tras consumir la fruta tira el hueso a cualquier sitio.
Pero el lugar escogido, la edad y el aspecto de los frutales aleja esta posibilidad. Más bien parece que quienes los sembraron ahora se preocupan de los montes y de su cuidado. Gracias amigos; las cerezas estaban deliciosas.
Lar-ami