Una de las características más curiosas de los arroyos de La Ribera es la capacidad de cambiar su aspecto varias veces a lo largo de su recorrido. Aunque este sea escaso.
Puede pensarse que se debe a su adaptación al entorno, pero muchos creemos que el propio arroyo (y la mano del hombre) van moldeando ese entorno, en una perfecta simbiosis.
Donde más se aprecia es en aquellos arroyos que transcurren por terrenos arcillosos. Hay sendas y veredas que permiten seguir el cauce y observar estos cambios. El arroyo Valdelacasa es un claro ejemplo. Y por eso lo mostramos.
Lar-ami