Si bien en las riberas de ríos y arroyos siempre hubo árboles, hasta la llegada de los Borbones (siglo XVIII) no se comenzó su repoblación exhaustiva para contener la erosión, siguiendo las tendencias de la Ilustración. Así se ordenaron plantar en las orillas de ríos y arroyos álamos blancos (Puebla de Valles) y negros (Tortuero y Valdesotos) como indica el Catastro del Marques de la Ensenada en las respuestas generales a la pregunta 6.Este sería el origen de los álamos que a duras penas sobreviven a orillas del Arroyo del Lugar (a pesar de los chopos).
Lar-ami