Este guardián etéreo sobrevuela La Ribera en su tiempo libre, buscando rincones hermosos y poco conocidos. A veces la diosa Fortuna se muestra generosa y proporciona fuertes emociones. Como el descubrimiento de unas ruinas olvidadas.
Escondido en el pinar del Espanto, a 100 mts de la ruta verde hacia El Vado (km 3,2), se mantiene en pie lo que parece un pabellón rectangular sin techo, con huecos de puertas y ventanas, pero sin marcos ni hojas. Los cimientos son de caliza, las paredes de bloques de hormigón y ladrillos de los llamados de gafas.
No hay restos de tejas pero si de uralita, lo que sugiere que el techo a dos aguas, era de este material; el suelo parece de cemento. Un canal de ladrillo pasa junto al pabellón y desemboca en el arroyo que baja al Jarama. Al otro lado del canal, los cimientos de dos edificios en paralelo al descrito, de parecido tamaño y forma.
La construcción es de mala calidad, (como si fuera provisional), del tipo usual de los años sesenta.
Lar-ami