El turismo rural te sumerge en un mundo de nuevas sensaciones. Un paseo a la luz de la luna llena, en verano y en un entorno abierto (una vega, una campiña), es una experiencia inolvidable. Las estrellas apenas son visibles, pero se observan  bien cerros y barrancos, cultivos y monte bajo, caminos y árboles, … El juego de luces y sombras es gratificante; unas veces tu sombra va delante y otras detrás, se alarga o se achica según que los bordes del camino sobrepasen ó no el nivel del suelo.

 Mi propuesta (y la de Paco) es que salgas de Puebla de Valles, a sol puesto,  por el camino del arroyo hasta el cruce de la casa de los motores y subas hasta el alto de las viñas ya anochecido, en media hora. El camino se sigue bien, aunque conviene llevar linterna.

A tu izquierda olivos, nogales, huertos, baldíos y los cerros del Hocino. A la derecha olivos, robles, encinas, barbechos, más huertos, el cordón arbolado del Jarama, y Lomo Gordo. De frente el camino, las luces de Valdepeñas y la boina lumínica de Madrid. Los sonidos del campo, la llamada del corzo o el vuelo de perdices espantadas a tu paso son otros alicientes de un paseo delicioso que puedes prolongar a placer.

Al regreso una nueva perspectiva de la vega, con  la silueta del Ocejón, el sifón de Valdesotos y la cima blanquecina de Peñalvilla (el cerro del yeso) a lo lejos. Ya en el camino del arroyo, las cárcavas rojizas iluminados por la luna es todo un espectáculo.

En todos los pueblos de La Ribera hay rutas que proporcionan estas sensaciones.  ¡Ahora solo depende de ti!

 Lar-ami