La lluvia se hace rogar en este otoño y el pantano del Vado se muestra tan egoísta como siempre: apenas suelta unas lágrimas (¿qué era eso de 80 litros/segundo del cauce ecológico?). De hecho están cambiando la compuerta principal de la presa para evitar filtraciones.
A pesar de ello, el Jarama corre juguetón entre chopos, alisos, álamos, juncos y fresnos. Aunque el mérito no es solo suyo; amigos generosos vierten sus aguas en él (Palancares, Tiendas, Concha, …) y lo mantienen vivo. Recordemos que su cuenca es tan extensa como la Comunidad de Madrid.
Algunos parajes adquieren una especial belleza con ese colorido, ese silencio, ese cantar melodioso, … tan de otoño. Hacen sentir al visitante que está en el paraíso. Como el Pozo de la Roca en Puebla de Valles, un paraje de La Ribera del que nunca me cansaré de hablar.
Lar-ami