Nocturno de la ruta IV


Aunque la ruta ya ha sido descrita, este ser etéreo quiere contar sus sensaciones en  una noche de luna. Desde el desvío hacia La Mierla sorprenden las sombras chinescas de los pinos y el frescor de la noche, que se intensifica en las vaguadas (la Rambla del Valle). Las luces del pueblo aparecen tintineantes y tristes,  un efecto óptico por el rocío.

Pasamos de largo hacia Beleña. A la salida de una curva dos hileras de focos que iluminan la presa y la senda de servicio; a la derecha en lo alto, el pueblo de Beleña. Aparcamos el coche junto a la rotonda y tomamos el camino de la izquierda que nos lleva hacia la playa; las olas invita a un remoje a la luz de la luna. Un paseo por el muro resulta muy gratificante.

Dejamos Beleña (la fuente del Lagar resulta agradable a estas horas) y seguimos hacia Aleas, triste y sola, que pasamos sin detenernos. De vuelta hacia Puebla de Beleña paramos en el puente del Culebro. Un paseo por el puente viejo con el sonido del Sorbe de fondo y las estrellas como techo resulta maravilloso.  Un baño en la poza podría ser un excelente final de este nocturno.

Lar-ami


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