Hasta hace unos años, en sus primeros dias de vida los recien nacidos solo se podían alimentar de leche materna. Durante esos días el cuerpo de la madre fabricaba calostro, leche rica en nutrientes y anticuerpos vitales para el bebé.
Muchas madres, por estress, mala alimentación, problemas físicos, … tenían dificultades para que la teta empezara a brotar de sus pezones después del parto. Si este problema no se solucionaba de forma rápida, el bebé moría en horas. En la Sierra Norte las familias serranas encontraron la solución en el mamador: “un hombre del pueblo, con buenos pulmones y habilidad para succionar con fuerza de los pezones obturados y conseguir así que la teta brotara”.
Solía ser el marido quien iba en su busca, y le rogaba que acudiese a su casa. Si era otro familiar, el mamador se aseguraba de que el padre estaba conforme. Consciente de la urgencia del tema (el bebé moriría en horas) abandonaba su tarea y acudía presto. Tras unos minutos de succión, el hombre conseguía que brotase leche de ambos pezones.
El mamador no cobraba por sus servicios. La imagen del bebé mamando era su mayor recompensa. El padre, agradecido, le obsequiaba con algún detalle (un chorizo, una gallina, …) La función de mamador fue muy apreciada en los pueblos serranos por lo que suponía de servicio a la Comunidad …
… Hasta la posguerra, cuando los curas del “nacional catolicismo” lo consideraron lujuriosa, adúltera,y no se sabe cuantas cosas más. A partir de entonces pasó a ser una tarea vergonzante que sus descendientes ocultaron durante medio siglo. Sea este el homenaje a su memoria, por las muchas vidas salvadas.
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