Tras la anexión al Colegio Mayor San Ildefonso “con las rentas del priorato y casa de Santuy con su tierra, censos y beneficios” ordenada por el Cardenal Cisneros y ratificada por el papa Julio II, el Monasterio de Santuy toma un fuerte impulso gracias al nuevo propietario.
Se comienza con un inventario (año 1.511) de tierras, juros, censos y beneficios, poniendo en explotación tierras, inmuebles y ganado. Este inventario se actualiza varias veces a lo largo del siglo XVI. El rey Carlos V y el papa Clemente VII confirman todos los privilegios medievales que poseían antes de la anexión. Asimismo se reconstruye el viejo edificio, en mal estado por el abandono que sufrió en el último cuarto del siglo XV debido las disputas sobre el priorato.
Ya convertido en residencia de vacaciones para estudiantes, profesores y prelados (desde al menos 1.548), el monasterio debió vivir momentos lúdicos y muy interesantes. En 1.553 se estipulan las condiciones que debe cumplir el cargo de subprior y dos años después se dicta un reglamento “con las penas aplicables dentro del priorato de Santuy por el uso y aprovechamiento indebido de los bienes de dicho priorato”
Se debieron producir incidente varios, como el asesinato a cuchilladas de un estudiante de Alcalá y la mujer del mayordomo del Priorato de Santuy a manos de este último, según se refleja el pleito del 25 de julio de 1.585. Hubo otros pleitos por deudas de un canónigo de Santuy (525 reales de un préstamo no cobrado) y de un maestro de Alcalá “de 50 ducados en virtud del prometido que ganó sobre las rentas de la heredad del priorato de Santuy” que huelen a deudas de juego.
Poco más sabemos de la evolución de la residencia, salvo que en 1.666 fue reformado por Felipe IV. Pero esto lo contaremos otro día.
Lar-ami