En todas las culturas y religiones clásicas  el fuego era un elemento esencial para la naturaleza y la vida. Y para las fiestas, al menos en la Sierra Norte de Guadalajara. Como ejemplo nos vale enero:

En Jadraque por San Antón se encienden Las Luminarias (tres en lugares emblemáticos del pueblo)  para que el humo purificador del santo proteja a los animales de la casa. La Hermandad que promueve la fiesta desde el siglo XIX, recorre las hogueras repartiendo música, dulces y vino.

Las hogueras de San Vicente celebran que, tras la llegada del solsticio de invierno, los dias comienzan a alargarse (a partir del 22 de enero). De forma simbólica, pretenden iluminar las tinieblas y abastecer de fuego al sol que renace. De origen pagano y muy extendida por el país, se cristianizó en torno al santo, cambiando su simbología primitiva por la purificación a través del fuego.

En Sigüenza el mayordomo de la Hermandad enciende la hoguera la víspera. Cuando las llamas lo permiten, los jóvenes saltan sobre el fuego; luego niños y mayores se tiznan la cara con el carbón resultante, mientras los cofrades reparten rosquillas bendecidas en la iglesia del santo. Si bien San Vicente es patrón de la ciudad desde 1.142, la Hermandad data del  siglo XVIII.

La fiesta de San Ildefonso en Valverde de los Arroyos está documentada desde el siglo XVI. La víspera, se enciende una hoguera (chinela) con los enseres, serones, cestas y muebles viejos que se han ido amontonando para someterlos al fuego “purificador”. Antes se asaban patatas, los mozos saltaban por encima de las llamas y la ceniza resultante se subastaba, destinando lo recaudado al culto del santo.

Al día siguiente, tras la misa, el santo sale en procesión por los alrededores de la iglesia y se acerca a una segunda chinela, donde la imagen y sus acompañantes son ahumados para protegerlos del mal y la enfermedad. La caridad que antes repartía la Hermandad (vino, queso y rosquillas) ha sido sustituida por una comida popular.

Lar-ami