El paisaje de La Ribera ha sido labrado palmo a palmo por la erosión. Las diferencias de temperaturas entre noche y día (típicas del clima continental), el hielo, la escarcha y el viento actuando sobre arcillas, calizas y pizarras han contribuido a crear estos parajes tan hermosos.
A lo largo de los últimos siglos, la mano del hombre le ha dado su toque personal, labrando terrenos imposibles, talando bosques (siglos XIV y XV), y agotando la tierra. En el siglo XX la repoblación con pinos y la construcción de pantanos ha impedido que los sedimentos arrastrados por las aguas fertilicen huertos y besanas.
Ahora los sedimentos se acumulan en el fondo de embalses y represas, soterrando valles y barrancos a una velocidad vertiginosa. Y si no, observen estas fotos de El Vado, en servicio desde 1.960. El molino de grano, de dos pisos al lado del Jarama, está hundido tres metros sobre su ubicación original.
Lar-ami