La Historia recuerda a Iulius Caesar como dictador del imperio romano en el siglo I a.c., conquistador de la Galia y escritor reconocido. Pero también por la nobleza de carácter y su asesinato por un grupo de adversarios políticos en el Senado, su lugar de trabajo. Aunque comenzó su carrera como abogado, fue edil curul (concejal) y más tarde pretor urbano (alcalde) de Roma, realizando un buen trabajo por el que obtuvo el reconocimiento y el amor de su pueblo. Quizás porque se ocupó de los más desfavorecidos y mejoró la calidad de vida de sus ciudadanos. Luego, en su etapa como dictador de Roma, hubo años de paz y prosperidad lo que aumentó este cariño.
Con 30 años fue nombrado cuestor (magistrado) en Hispania donde residió casi un lustro. Aquí se ganó el apoyo de sus habitantes (clave en la guerra civil que mantuvo con Pompeyo) e hizo méritos para ascender en su carrera política.
Cuentan que Iulius Caesar anduvo en amores con una hispana muy hermosa y tuvo descendencia. Aunque no llegó a formar una familia (la mujer no era noble y el matrimonio no sería bien visto en Roma), pasaba con ella mucho tiempo. Ya mayor, tuvo otro hijo con Cleopatra, pero murió a los pocos años y apenas disfrutó de él.
Cuando regresó a Roma como concejal no se llevó consigo la familia hispana ni volvió a verla nunca más. Dicen que en sus ratos de asueto gustaba de rodearse de niños, quizás recordando al hijo que dejó en Hispania.
Dicen también que ese hijo de Iulius Caesar formó su propia familia, y sus descendientes han llegado hasta nuestros días. Cuentan que son reconocibles por su nobleza, el profundo amor a su pueblo y la devoción que sienten hacia los niños. Cuentan que son muy queridos y que cuando se marchan, todos le echan de menos.
Y en Puebla de Valles nos preguntamos, ¿no será nuestro Iulius uno de esos descendientes?
NOTA: Tras 20 años atendiendo el club social, Julito deja el cargo. Su buen hacer está detallado en el libro “Puebla de Valles, usos, costumbres cuentos y leyendas”. Sea este nuestro pequeño homenaje.
Lar-ami