Aunque el resultado actual es el mismo, difieren en su origen. Esta fue tierra de viñas y vinos.
Las viñas silvestres surgieron por las pepitas de las uvas que zorros, pájaros y hombres dispersaron. Las parrizas fueron sembradas a conciencia para marcar lindes y orillas de caminos, como si de chumberas se tratara.
Ambas se han asilvestrado por el abandono y ahora trepan por los árboles hasta gran altura, robándoles el sol. Durante las primeras semanas del otoño, sus hojas enrojecen ofreciendo un bello contraste.
Viñas y parrizas dan uvas tintas y blancas, de sabor algo más fuerte que las cultivadas y de menor tamaño. Aunque la producción es muy inferior y los racimos más pequeños, sirven de alimento a los pájaros y de aliciente al paseante.
Puebla de Valles en sus caminos ofrece una variada panoplia de viñas silvestres, parrizas, uvas tintas y blancas. ¡Que las disfruten!
Lar-ami