Fueron y son muy apreciadas porque actúan como barrera natural contra los intrusos; por eso las chumberas flanquean caminos, solares, parcelas,… en Andalucía y Extremadura. Pero también por sus frutos, los higos chumbos y sus propiedades medicinales.

Típico de climas secos, el chumbo se caracteriza por su piel cubierta de espinas y su pulpa llena de pepitas, pero de sabor dulce. Cuando están maduros, entre agosto y septiembre, tienen colores muy vivos: rojos, anaranjado, amarillos, verdes limón,… Su recolección requiere cierta técnica para evitar las espinas:

“Se cogen con tenazas, luego se tiran al suelo y con una escoba de retama se restriegan contra la tierra para que suelten las espinas. Se recogen (con tenazas) y se lavan con agua a presión. Ya limpios y sin espinas se pelan.

Para que salga entero, se toma el chumbo con dos dedos por la base, se dan dos tajos incompletos en los extremos y otro horizontal entre ambos. Con la otra mano se separa la piel a la vez que se empuja con los dedos y la pulpa surge de una pieza, lista para comer y/o guardar en el frigorífico”.

Pelados y frescos resultan un postre delicioso. Y lo contamos, porque aunque parezca increíble, en La Ribera tenemos algunas chumberas. Permítanme que me reserve su ubicación. ¡No hay chumbos para todos!

Lar-ami