Han pasado 48 años desde que Jócar fue abandonado gracias a los esfuerzos de ICONA, que lo expropió, repobló de pinos y luego lo arrasó. No quedó en pie ni la iglesia, hoy repartida entre Sigüenza y el Fontanar. Un lugar que, según el Diccionario de Madoz, tuvo 43 casas y escuela con 13 niños.
A pesar de ello, sus hijos y descendientes acuden cada año el domingo de Pentecostés a festejar a su patrona la Virgen de la Fuente, que gozosa les espera en su ermita en medio del pinar: un edificio rustico y sencillo, construido a la vieja usanza con vigas de madera y encalado, que se engalana para la ocasión.
Viene gentes de todas las edades, desde niños de pecho hasta abuelos de más de 90 años que tuvieron que dejar su pueblo y que no renuncian a sus raíces, arrastrando a toda la familia. Nadie se anima a recorrer las ruinas del núcleo urbano o bajar a la “fuente tonta”, que mana a días. Luego se van a comer juntos para fortalecer lazos y el amor a la tierra. Este año a la romería acudieron más de 100 personas.
Con su esfuerzo los vecinos, pesar de la dispersión, mantienen vivo su recuerdo y su ermita que celebran en este día tan especial, por lo que supone de reencuentro. Un libro recopilatorio de fotografías antiguas aportadas por todos les ayuda a conseguirlo. Desde aquí mi reconocimiento.
Lar-ami