Los caminos de La Ribera que cruzan y/o pasan por algún olivar están sembradas de huesos de aceituna, muy visibles en invierno y primavera (también proliferan en la tierra, pero están disimulados por la yerba).
Hay quien dice que son las ovejas quienes comen la pulpa y dejan el hueso, quizás por la proximidad de algún rebaño que transita por estas tierras.
Pero si fuera así, no habría huesos de aceituna en zonas urbanas, como en la plaza de la iglesia de Puebla de Valles).
La realidad es que estorninos, torcaces y palomas se alimentan de aceitunas, que comen enteras y luego regurgitan el hueso. Unos lo hacen junto a los olivos y las palomas en el núcleo urbano. Una curiosidad más de nuestros pueblos
Lar-ami