En estos tiempos de crisis crecen grupos que achacan a los inmigrantes todos los problemas del país. Sobre todo a sub-saharianos, árabes, sudamericanos, gentes de Europa del Este … Les acusan de todo: quitan trabajo, se aprovechan del sistema, roban, están sucios, son unos salvajes, …

Se les olvida que los españoles también fuimos y somos emigrantes. En Sudamérica los exilados de la guerra civil tuvieron una excelente acogida, pero en Europa Central recibimos un trato parecido al que ahora damos a estos colectivos.

Mientras la Península ibérica estaba en la Edad Media, el Imperio de Malí construía Tombuctú, los Incas el santuario de Machu Picchu y los árabes disfrutaban de la Mezquita de Córdoba, la Alhambra, la Giralda, … y Medina Azahara.

El lujo de sus aposentos, la distribución de calles, los jardines, patios, saneamientos, letrinas, poyetes para dormir, … me han hecho reflexionar sobre la grandeza de sus gentes. Y nuestra pobreza de espíritu que nos impide reconocer que todos los que aquí vivimos, independiente de su origen, tenemos los mismos derechos. Así debemos exigirlo a nuestros gobernantes.

¡Fuera racismo! Sea del color que sea.

Lar-ami