En estos días de lluvia persistente (estamos en el invierno más lluvioso del siglo), es cuando el arroyo Sacedoncillo se hace valer.
Dicen los mayores que como en sus mejores años, cuando regaba los huertos y daba de beber a los rebaños del pueblo.
Pero donde mejor se ve es en su desembocadura en el río Sorbe, en el término de Muriel, cuando llega presumiendo de caudal.
¡Y pardiez que puede!
Lar-ami