A mediados de octubre llovió abundantemente en La Ribera, más de 70 ls/m en apenas 72 horas. ¡Bienvenidas sean estas lluvias de otoño! Auguran un buen año de setas y níscalos.
Pero también se hacen notar en la erosión de los suelos arcillosos, de cárcavas, pinares y barrancos, tan visibles en Puebla de Valles. Porque no les afecta de la misma manera.
En las cárcavas, el efecto del agua la desgasta y la arcilla mezclada con pizarrillas resbala por sus paredes verticales hasta la base donde se acumula. A pesar de los pinos que la sujetan.
A pesar de los chopos y pinos que lo rodean, en barrancos pequeños, donde el agua rara vez corre, se forma un canal que cada año es más profundo. Muy visible en los afluentes del Arroyo del Lugar.
Las aguas furiosas de los arroyos mayores, como Muradiel, ensanchan el cauce, arrastrando troncos y ramas viejas. Ante cualquier obstáculo (un chopo, un palo atravesado,…) se divide, rodeándolo.
El otoño y la erosión producen imágenes tan hermosas como estas.
Lar-ami