El reloj de Bonaval (IV)


Cuenta el relato…Animado por tan desatinado propósito abandonó sigilosamente su celda una noche aprovechando el descanso de los monjes (1), y subió a tientas por la lóbrega escalera que, como el interminable intestino de un ofidio, ascendía retorciéndose por el interior de la torre almenada del monasterio, una de cuyas troneras daba a la fachada en que estaba situado el cuadrante. 130619 reloj Bonaval IV

Por la angostura salió (2), y agarrándose como mejor pudo a las grietas de los sillares logró llegar hasta el reloj. Su trémula mano a punto estaba de asir el estilo cuando, perdiendo pie, se precipitó al vacío, con la añadida desgracia de ir a quedar prendido por el cuello en uno de los anzuelos de la punta de lanza con que el constructor, caprichosamente, había adornado el final del gnomon.

De esta horrible manera, agitando inútilmente los brazos en la fría obscuridad entre atroces estertores y angustias, fue a entregar el extraviado monje su postrer aliento; cumpliéndose así la sentencia que en el cuadrante estaba grabada: «Nihil torquet mei recta via».

DIbujo de FITO que acompañaba al relato riginal transcrito por Emilio.
Ilustracion de FITO del relato original, transcrito por Emilio.

Con las primeras luces del alba y antes de que los monjes encontraran el exangüe cuerpo del desdichado, acertó a pasar por allí un pastor (3)  que descubrió el macabro espectáculo. Aterrado, corrió a la aldea, contando a todos lo que sus ojos habían visto, no sabiendo nadie hallar otra explicación al suceso que no fuese la de que aquello era obra del Diablo, de tal suerte que a medida que fue transcurriendo el día la excitación y el miedo de los aldeanos no hizo más que acrecentarse (4)… 

  1. Es muy probable que las celdas de los monjes estuvieran al final de la escalera (el monje avieso debería bajar y no subir).
  2. Descripción muy realista, que coincide con la forma del edificio.
  3. En el Monasterio de Bonaval el ganado era cuidado por pastores, nunca por los monjes.
  4. La relación de los vecinos con los monjes no siempre fueron cordiales, sobre todo en sus últimos años como Monasterio.

 Lar-ami


2 respuestas a “El reloj de Bonaval (IV)”

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