El viajero que se dirige a Muriel desde Cogolludo, por la carretera GU-143, no debería pasar de largo por las ruinas de lo que fue el pueblo de Jócar, abandonado en los años sesenta y posteriormente arrasado.

Cierto que no queda mucho en pié (el cementerio, la fuente, la ermita y poco más), pero un paseo por sus ruinas depara sorpresas dignas de ser mencionadas.

Como ese chopo seco sobre el que se posa una bandada de aviones (pájaros urbanos, que no han debido enterarse del abandono del pueblo). O esa piedra de molino entre las calizas de un muro de sillarejo.

Sobre el cerro que domina el pueblo, hay un saliente que podría ser roca o construido por la mano del hombre (¿Paridera? ¿Refugio? ¿Observatorio?) Lo averiguaremos.

Lar-ami