La erosión en La Ribera no descansa nunca. Los elementos trabajan a destajo en todas las estaciones, creando paisajes maravillosos y diferentes, según sea el terreno arcilloso (cárcavas y barrancos) ó calizo (karst), de los que ya hemos hablado largo y tendido.
En verano las tormentas originan torrentes que buscan su desahogo en los barrancos, arrastrando piedras y troncos que deforman el cauce. La vegetación y los árboles de sus orillas las sostienen, dando anchura ó profundidad según proceda.
Los paseos por barrancos accesibles (Arroyo del Lugar, Muradiel, Valdelacasa, Hocino…) permiten observar los cambios en el cauce, muy visibles con los cambios de estación.
A este guardián etéreo, estos detalles le otorgan un plus de disfrute que no me importaría compartir.
Lar-ami