Resulta muy conocido el fenómeno de los Ojos del Guadiana: “el río, después de alimentar las lagunas de Ruidera y aprovisionar el embalse de Peñarroya, desaparece bajo la superficie y surge 26 kilómetros más tarde en Villarrubia de los Ojos”.
Algo parecido, a menor escala pero igual de sorprendente, ocurre con el río Palancares y su afluente el Gazachuela, en Valdesotos. Un fenómeno curioso, bastante común en los arroyos de La Ribera que corren entre pizarras, visible cuando el caudal se mantiene en un nivel medio.
Así, tras dar vida al Chorro, el arroyo Gazachuela transcurre alegre hasta una balsa en curva, donde los pececillos quedan retenidos, y luego desaparece entre cantos pizarrosos. Resurge doscientos metros más tarde y se va en busca del arroyo de las Majadillas para formar río.
Pasado el puente, corriente abajo el río Palancares se sumerge entre pizarras y reaparece pasado el pueblo, unos metros más abajo del aparcamiento, tras estar perdido casi doscientos metros.
Lar-ami