Este guardián etéreo, de espíritu inquieto y tiempo libre, observa la evolución de parajes emblemáticos según las estaciones. Un ejercicio que repite con frecuencia con el río Sorbe.
La imagen de su cuenca por Umbralejo , uno de los pueblos negros recuperados, sorprende. El río transcurre por un profundo valle entre montañas creando parajes de gran belleza (poza del molino, por ejemplo). Hace una semana, alimentado por la lluvia y el deshielo, el Sorbe bajaba gozoso entre plantas de ribera, ocupando todo el cauce.
Cuando aprieta la sequía, el agua desaparece, absorbida por la propia tierra, el canal del Sorbe y sus pantanos (Pozo de los Ramos y Beleña), a pesar del cauce ecológico, que dicen, se respeta pero que brilla por su ausencia. Entonces, por debajo de las presas, la imagen del río resulta patética.
Me entristece recordarlo. ¡Algo deberíamos hacer!
Lar-ami