En algunos lugares de La Ribera, cuando las cárcavas lloran, la nieve se tiñe de sangre. Un fenómeno, único que se ve raras veces. Tienen que darse un cúmulo de circunstancias poco probables:
- Nevada copiosa, tras un invierno lluvioso que sacie de agua la tierra
- Temperatura por debajo y próxima a 0º, suficiente para mantener la nieve pero no lo bastante para que se convierta en hielo.
- Ligera subida de temperatura que convierte los copos en finas gotas de agua-nieve. Al caer erosionan las aristas arcillosas de las cárcavas y se forma un reguerillo que busca salida ladera abajo, entre la nieve.
- Día nublado pero con sol, muy luminoso.
- Un paisaje de cárcavas abundantes (las Pequeñas Médulas) y un buen mirador (Puebla de Valles)
Nos sentimos afortunados y aturdidos por contemplar imágenes tan bellas. Síndrome de Sthendal le llaman. ¡Tú te sentirías igual! Si no me crees, mira las fotos.
Lar-ami
2 respuestas a “El llanto de las cárcavas”
Precioso, tengo que echarle un vistazo mañana, hoy ya es tarde, al blog: Síndrome de Sthendal, la frase esa del paraguas roto es total.
La verdad es que las imágenes de este fin de semana eran espectaculares. Un abrazo