Restauración de la iglesia de Valdepeñas


Cualquier  monumento  a lo largo de su historia ha requerido restauraciones, unas por necesidad y otras por razones históricas. La época y la escasez de fondos pueden justificar algunos destrozos. Pero en pleno siglo XXI, son imperdonables. Veamos este ejemplo de la iglesia de Valdepeñas de la Sierra.

Su interior está encalado (el gótico solo era piedra desnuda), según se acostumbraba en los siglos XVII y XVIII como protección ante la peste. Asimismo, el hundimiento del techo y de parte de las naves en la posguerra justifica que se perdiera el tramo final del templo (una arcada), se cambiase el artesonado  y el traslado del rosetón.

Pero nada justifica esas dos columnas blancas que soportan un porche nuevo. Ni que  los arcos de las naves laterales no se sepan si son ojivales o de medio punto. Y que decir de ese arco cortado del interior o ese zócalo infame de la parte trasera de la torre. Ni siquiera se ha cuidado el envejecido de lo restaurado para mantener la armonía del conjunto.

 Lar-ami


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