En los años veinte llegó a Puebla de Valles la tía Avelina, con dinero fresco y dispuesta a hacer negocio. Compró los molinos maquileros de la Huelga y del Pozo de la Roca a orillas del Jarama, así como el de Tortuero. Su estrategia pasó por abandonarlos todos, excepto el de la Huelga, bien comunicado con pueblos vecinos (Puebla de Valles, Tortuero, Valdepeñas, Matarrubia, Casa de Uceda) que decidió potenciar.
Aumentó la calidad del servicio, bajó la maquila y aprovechó los subproductos de la molienda para criar cerdos, gallinas y palomas. Sembró frutales y huerto, que abonaba con estiércol de sus animales Así se convirtió en la más importante proveedora de carne, huevos, embutidos, frutas y verduras de La Ribera.
Su prosperidad despertó la envidia de muchos y el acoso de M, el bandido rebelde, que atracó el molino varias veces hasta que el yerno de la Tia Avelina le pegó un tiro de sal. La puesta en riego de la vega y la despoblación posterior provocaron el abandono del molino y su huerta.
Lar-ami
2 respuestas a “La tía Avelina”
¿Y que fué de la tía Avelina?
Emigró a Barcelona con sus hijos y allí murió.