Olores de la infancia


Hace unos días he ido con Paco y Angelines, propietarios de la casa rural que protejo y guardo, a su patria chica (Palma del Río) donde permanecen parte de su familia y muchos de sus recuerdos.

A noche puesta y pasada por agua, bajamos por la cuesta del Rincón y vislumbramos las luces del pueblo. Un intenso olor a azahar, penetrante y embriagador, lo llenó todo; pareció como si flotáramos, como si el coche fuera a la deriva sin que nadie lo condujese. 

Fue solo un instante, mágico, hermoso. Tan intenso que hasta un espíritu etéreo como yo quedó extasiado. Se reavivaron escenas de la infancia (dicen que el olfato es el primer sentido que desarrollan los bebes), que esta singular pareja describía con regocijo mientras nos acercábamos al destino.  ¡Como disfrutaron! 

(Esos diez minutos me sobraron, pero los considero parte del precio de ese momento maravilloso)

Lar-ami

 


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