Las mozas de Puebla de Valles decoraban una repisa delante del altar con el sagrario rodeado de flores (geranios, gitanillas y flores silvestres) y multitud de velas encendidas. Unos tallos de lentejas retorcidos hacia abajo simulaban una cascada, dándole un aspecto muy vistoso. El cura nombraba dos mozos que permanecían de guardia toda la noche cuidando que todas las velas ardiesen.
Pero el monumento alcanzó su mayor esplendor en Valdepeñas de la Sierra, donde un armazón de madera hecho para la ocasión se adornaba profusamente, tal y como describe D. Andrés Pérez Arribas en su libro “Valdepeñas de la Sierra, notas históricas y recuerdos del pasado”.
La costumbre y los decorados desaparecieron con la guerra civil.
Lar-ami