Danzantes y botarga de La Mierla (II)


Por la mañana, los danzantes salían por las calles de La Mierla y en cada casa bailaban una tocada. Cada familia daba lo que podía, muchas veces una perra chica (5 cts) ó una perra gorda (10 cts).

Los danzantes formaban un cuadrado, se acercaban a su vecino (en el vértice del cuadrado)  y chocaban los palos; luego se giraban y repetían con otro danzante, ó  con el mismo, según el paso. Después se cambiaban de sitio  según marcaba el ritmo del tambor.  Mientras,  el botarga por fuera del cuadrado jugaba con los niños y/o pedía al corro de curiosos una limosna,  amenazándoles con la cachiporra.

Después de la misa se organizaba la procesión del Santo Niño, cuyas andas llevaban los cuatro danzantes mientras el botarga bailaba delante del paso. Por la tarde los miembros de cada casa se sentaban en los poyetes (hoy desaparecidos) alrededor de la plaza y los danzantes hacían una tocada delante de cada familia, que les correspondían con una limosna, no más de 2 reales.

Luego los mayordomos ofrecían limonada, vino y rosquillas del santo a los asistentes.  La costumbre se perdió con la guerra.

Lar-ami


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