El belén nació la Nochebuena del año 1.223, cuando San Francisco de Asís escenificó el nacimiento de Jesús con figuras humanas en una cueva. Santa Clara lo difundió por los conventos franciscanos de Italia y la expansión de la orden lo divulgó por toda Europa. En la Edad Media era costumbre representar escenas de Navidad en las iglesias. De ambas tradiciones surgen los belenes actuales con figuras de madera o similar.
El árbol de Navidad es un vestigio del culto a los árboles: los germanos consideraban los bosques sagrados el templo de los dioses y la bruja Befana repartía regalos a niños y mayores en estas fechas. La iluminación del árbol significa la luz frente al mortecino sol invernal.
En la Edad Media los villancicos eran canciones profanas con estribillo, de origen popular y a varias voces, a veces acompañadas por vihuelas. Empezaron a cantarse en las iglesias en el siglo XV, asociándose a la Navidad. En el siglo XVIII las capillas musicales presumían de su repertorio de villancicos, alcanzando gran éxito los escritos por el músico Antonio Soler (más de 120), que aún hoy son los más recordados.
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